domingo, 17 de enero de 2010

Entre la Naturaleza y la Amistad: COSITA SERIA

¡¡¡Cosita seria!!! No me acuerdo con certeza la hora, tampoco quién dibujó esas dos palabras, sólo alcanzo a recordar que fue en la agonía de un año distinto y que la inspiración brotó de una canción ¨chévere¨.
Había sido un día atípico y natural como aquellos que anhelo vivir más de vez en cuando: Sol, río, cerros, animales, árboles y unos cuantos cigarros para la inspiración; lejos muy lejos de tanta mierda que una ciudad ¨civilizada¨ suele ofrecer: bulla, contaminación, rapidez, automatismo, rutina, hipocresía y máscaras sociales que sólo cubren almas vacías.
Sería una jornada de amistad y naturaleza a unos cuantos kilómetros de Otuzco, la promesa del “mancito” Sergio - por fin- se concretaba, y así, atrás dejé la buena costumbre de las tardanzas injustificadas y mochila en mano aparecí antes que todos en el terminal.
El sol violentaba con sutileza el día otuzcano y el aire fresco abanicaba unos cuantos pulmones acostumbrados a soportar contaminación urbana, y así amablemente nos acogió la mañana andina. Con la buena onda encima, cada uno de nosotros alimentó sus necesidades cotidianas; Sergio con unos frescos panes, Troyana con su fiel compañera su cámara y yo con un rico choclo.

De esta manera continuamos la marcha hacia nuestro destino ´´Bella Vista´´; entre la joda y algunas fotos, apareció ante nosotros un hermoso vergel que nos invitaba a perdernos en sus colores. El lugar era mucho más que una bella vista, era como una fiesta natural y todos estábamos dispuestos a ser absorbidos por aquel espectáculo silencioso y divino.
Creo yo que en lugares como este Dios se sentiría más a gusto, que hallarse en construcciones tétricas abarrotadas de gente hipócrita.
La magia de la naturaleza empezó teñir mi alma de belleza y no pude evitar que mis recuerdos evoquen aquel paraíso tan similar a este, donde mi abuelita pasa sus días libremente (espero pronto ir y hacer cositas serias con estos locos).
Como esos niños inocentes que son llevados por la espontaneidad del corazón, no dudamos en dejar algunas cosas en la casa del Padre de Sergio, y partir rápidamente a empaparnos del lugar. Con la compañía de Aquiles – un hígado que se la pasó riendo -, empezamos la caminata, tan solo bastó andar unos cuantos minutos entre árboles, chacras y un sol eufórico, para encontrarnos con un rio de aguas refrescantes que nos incitaba a darnos un chapuzón, pero eso sería para más adelante, aún queríamos perdernos entre las melodías mágicas y silenciosas de la naturaleza, a contemplarla y sentir que somos parte de su misterio e inmensidad.

Seguíamos andando y un nuevo amigo se nos unió, Roger un niño que prometió ser nuestro guía pero resultó siendo un versado predicador o parlanchín de palabras que nunca logramos descifrar.
El viento fresco aliviaba el calor, y las fotos eternizaban materialmente la caminata, cualquier espacio de aquel lugar era un buen motivo para un recuerdo digital. Ya disueltos y embriagados de ese aroma natural, llegamos a una pequeña laguna resguardada por una bella catarata - era momento de descansar-. Es increíble como el hombre está rodeado de arte y belleza, sin embargo prefiere buscar ficciones que sólo alimentan el ego llevándole a una vida vacía y miserable, hoy más que nunca es necesario sensibilizarse y tomar conciencia en la verdad pura del amor.

Luego del descanso, nos propusimos volver por una zona un poco escarpada la cual no suele ser transitada, pero esa fue nuestra elección, quizá alguien siga nuestras huellas, y acaso de tanto andar se convierta en camino. No tuvimos mayores contratiempos salvo unas cuantas caídas (siendo la mía la más chistosa); de vuelta al río era tiempo de dejarse abrazar por sus aguas. Sumergidos en él, ¨mi amigo Sergio y yo¨ (frase que tiempo atrás fue motivo de joda y que quedará inmortalizada en el tiempo) revoloteamos como dos simples animales en su hábitat, mientras Troyana tímidamente solo mojaba sus pies.

Ya en casa almorzamos un rico cuy y luego de un breve sosiego era necesario sentir la esencia sagrada de la Tierra, ¿qué mejor que conectarse con Nuestra Madre? Si no, recogiendo los frutos que religiosamente nos brinda, aquella comunión divina entre el hombre y la Naturaleza no, jamás acabará.
Así pues, cumplida la misión, unos burros trasladaron los sacos de papas a la carretera; allí aguardamos el carro que nos regresaría a Trujillo, sin embargo los minutos pasaban y los choferes no se animaban a llevarnos. Un camión que llevaba carbón pasó delante de nosotros y de su interior se escucho una esperanzadora voz: ¡¡¡Borrachito!!! -Gritó el chofer de aquel vehículo-, era Víctor un viejo amigo de colegio y obviamente se refería a mí (aunque aquella chapa ya no tenía fundamento sobre mis actuales costumbres). Gracias a él -o a la amistad que uno va sembrando en la vida-, dejamos de esperar algún carro y pudimos trasladarnos a Otuzco. Agradecidos al papá de Sergio por llevarnos a tan bello lugar abordamos el ómnibus que nos llevaría a Trujillo.

“Quiero vivir dos veces para poder olvidarte…” Animados por la canción de Calamaro le hacíamos los coros eufóricamente, de pronto acabó Paloma y una canción chévere se apoderó de nosotros, surgieron algunas ideas y COSITA SERIA comenzó vivir…

1 comentario:

Anónimo dijo...

...Oe CoRa seriO q sTaS hEcHa uNa mAlAguA MaDrE, TrANKiLo cOn TuS ViAjEsss... Lo q rEaLmEnTe iMpOrTa eS Q Se tE Ve fElIzZZZ, pErO Ni tE hAgAs iLuCiOnEs x q tIeNeS Q TeRmINaR dE EsTuDiAr ok cAbRiTo... tQ cOmO mIeRdA...!!!!